Ni fuerzas tuve ayer para hacer la crónica de la ruta, jornada de enduro en Patones, con final de fiesta en el mismo pueblo de Patones de Arriba, aunque luego siguiéramos bajando hasta Patones de abajo. El resultado, más de 1.000m de desnivel en tan sólo 21Km, dando lugar a 4 bajadas (con sus 4 subidas por la misma pista menos una, que empujamos por un cortafuegos para atajar) con disfrute máximo pero extenuantes dado el terreno pedregoso y prácticamente sin grip por las famosas lajas de pizarra de Patones, con pasos complicados de piedras afiladas y zonas de curveo entre árboles que parecían cerrarse a nuestro paso. Por algo lo llaman enduro y no
enblando...
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Por bajadas. Hemos empezado por la Wipeout (🔺), un sendero que discurre paralelo al cortafuegos Valdemilanos y, por tanto, con una pendiente acorde a la de un cortafuegos, que típicamente va en perpendicular a las curvas de nivel. En este caso la pendiente media es del -20% con máximo de -70%. Aderezada con múltiples pasos de piedra de pizarra irregular, plagada de huecos donde meter la rueda si uno no va eligiendo bien la línea y acometiéndolas con decisión. Al final la senda converge con el cortafuegos del que nos separamos por otra senda no marcada en Trailforks muy expuesta al principio hacia un barranco a la derecha para luego adentrarse en un pinar e ir bajando hacia el fondo de ese barranco, donde cruzamos su arroyo y vuelta a subir a la pista, con algo de empujebike.
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Cogemos de nuevo la pista que sube al collado cercano al Cancho de la Cabeza, de donde salen la mayoría de las sendas, y que es hacia donde nos dirigimos para acometer la segunda bajada, la del Mirador (🔹) seguida de las Saleras (🔺), llamadas también como Directa Atazar enlazando las dos, con unas vistas impresionantes al pantano que ya mostré en un post anterior. Esta es más sencilla en cuanto a pasos en el primer tramo, aunque es muy inclinada y con nulo agarre, lo que hace que generemos adrenalina a tope. En el segundo tramo la cosa se complica y hay algún cortado con su
chicken line.
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Vueeelta a subir por la pista para llegar al punto de inicio de las bajadas, que cogemos en el mismo punto donde arrancamos la anterior subida (terminaremos cogiéndole cariño a la pista). Una vez arriba, acometemos el primer tramo de la senda Thompson (🔺), el más técnico, ya que más adelante, se adentra en un pinar y el curso del track toma más flow. Este primer tramo es más pendiente y con pasos complicados que le sacan todo el jugo a nuestras suspensiones (por cierto, pasar a 36 / 150mm, la mejor decisión).
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Llegados abajo, a la pista, toca volver a subir por última vez para la cuarta y última bajada, aunque esta vez decidimos atrochar por el cortafuegos. Hay que empujar la bici durante 10 minutos pero es más directo y más rápido. Ya arriba, en el mismo punto, comenzamos la última y más larga de las bajadas, 5Km de
single track faldeando por la ladera, con algún sube-baja y también con pasos interesantes y alguna losa al final, aunque predomina el formato sendero curvilíneo.
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Se trata de la Darkside (🔺), que nos lleva directamente al pueblo de Patones de Arriba, para mi gusto, uno de los pueblos más bonitos de España, construido enteramente con piedras de pizarra negra (cómo no). Imposible parar demasiado a hacer fotos porque estaba literalmente tomado por turistas. De Patones de Arriba a Patones de abajo, en vez de bajar por la carretera, lo hicimos por una trialerilla bastante vertical y con algún escalón en mitad de la pendiente que hay que superar sin miedo y con la posición correcta para no acabar en el suelo. Se llama Zumacar (🔺), por el nombre del cerrillo de donde parte.
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Para quien no lo conozca, Patones tiene una historia curiosa, pues fue el último territorio español en mantener rey propio: el Rey de Patones, institución monárquica que pervivió hasta 1750, cuando Carlos III, tras una disputa tributaria, puso fin a la dinastía Prieto e instauró un municipio independiente con su alcalde (antes dependía administrativamente de Uceda, hoy Castilla la Mancha). Es famosa la leyenda de que el monarca se comunicaba encabezando sus misivas como “del Rey de Patones al Rey de las Españas”.
También cuentan que el origen del pueblo es visigodo y que debido a su situación geográfica, encajonado en un estrecho valle, oculto a la vista desde la vega del río Jarama y de muy complicado acceso, sobrevivió como reducto cristiano a la invasión musulmana, manteniendo allí su religión y sus costumbres. Bastantes siglos después, la misma historia parece que se repite con la invasión de las tropas napoleónicas. No han tenido tanta suerte con la invasión de turistas, no obstante.
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