Oye oye....no os metais con mi peazo bicicleton, mas contenta no puedo irLa bici es Morralla pura y dura
Oye oye....no os metais con mi peazo bicicleton, mas contenta no puedo irLa bici es Morralla pura y dura
Te puedo decir que la subida que hay en el minuto 15.50, subo unos cuantos metros mas!!!!!Joé, pensaba que era un vídeo tuyo de una de tus rutas, a ver qué tal andabas de fuerte
No, no. Válgame el cielo.Oye oye....no os metais con mi peazo bicicleton, mas contenta no puedo ir
Pues el tío va con una eléctrica ...Te puedo decir que la subida que hay en el minuto 15.50, subo unos cuantos metros mas!!!!!
🤔🤔🤔🤔🤔 No lo habia pensado...podria hacerlo😂No, no. Válgame el cielo.
Encima te la has puesto de foto de perfil 😱 😱 😱 😱 Sólo te falta abrir hilo en presenta tú bicicleta🥳🥳🥳
Y bien comido con las moras.Otro día más en el que el viento del nordeste hace que el mes de Julio parezca Noviembre. No me apetecía nada salir, pero al final me obligué a mí mismo a hacerlo y decidí que lo mejor para espantar el frío sería dedicarme a andar de sube-y-baja por las laderas de una pequeña montaña al lado de casa.
Ver el adjunto 26933
Mucho tiempo atrás, de esta montaña se extraía Wolframio (también conocido como Tungsteno). Este metal es usado, entre otras cosas, en ciertas aleaciones especiales de acero. Aquí unas de las pocas casetas que quedan de la explotación:
Ver el adjunto 26935
Durante la Segunda Guerra Mundial Alemania necesitaba desesperadamente wolframio para sus fábricas de armas. Por contra, Inglaterra tenía de sobra.
Ver el adjunto 26936
Me preguntaba cómo había llegado esa pieza de un frontal de tractor allí.
En fin, que Inglaterra no necesitaba el wolframio español para nada pero, para evitar que acabase en Alemania, decidió comprar toda la producción posible a base de pagar más que los nazis. Esto generó una subida de precios disparatada.
Ver el adjunto 26937
Las viejas ruinas me fascinan. Pensar en todas las historias que discurrieron en esos lugares, por gentes hace tiempo desaparecidas y posiblemente olvidadas, me produce una sensación similar a la que se supone debieran inspirar los monumentos conmemorativos de batallas y otras tragedias.
Ver el adjunto 26938
Por alguna razón surrealista, en una de las casetas había un buen surtido de peluches, además de una montaña de basura y algún que otro objeto curioso.
Ver el adjunto 26939
La subida disparatada del precio del wolframio dio lugar a multitud de acontecimientos, sobre todo trágicos. Aún hoy siguen vivas en la memoria de los ancianos las historias sobre fortunas amasadas en pocos meses de contrabando y desaparecidas en una sola noche de juego. Nuevos ricos enloquecidos que presumían encendiendo sus cigarros con billetes de mil pesetas, que era más de lo que ganaban muchos lugareños en un año. Historias de víctimas del hambre de la posguerra que de noche iban a escarbar en los montes con la esperanza de encontrar algo de mineral, aterrorizados por la posibilidad de que alguien los denunciase y recibir de la Guardia Civil una paliza de muerte, a menudo por orden de cierto cura, que actuaba como organizador del tráfico de contrabando.
Ver el adjunto 26940
Rodeé las casetas y el misterio del frontal del tractor quedó resuelto. Esa pieza de maquinaria no tiene relación con la mina, es muy posterior.
Ver el adjunto 26941
Me puse a buscar otro resto de la actividad minera y me encontré con un muro de zarzas y ortigas. Dudé durante un momento, reuní valor y me interné por el sendero casi cerrado. Las zarzas me recompensaron con sus moras, de las que di buena cuenta, y las ortigas con su efecto tonificante, que aún me dura a estas alturas de la madrugada.
Ver el adjunto 26942
Al final lo encontré: la última galería abierta de la mina. Disculpad por la calidad de la foto, pero es que ya comenzaba a oscurecer. En el pasado había unas cuantas galerías más, bastante extensas. También había pozos, que hasta hace unas pocas décadas inspiraban temor a los que nos movemos por esta zona, ya que solían estar cubiertos de maleza. El último del que tengo constancia se cegó hace pocos años.
Me interné unos metros por la galería, pero me encontré con que estaba inundada. Soy capaz de enfrentarme a zarzas, tojos y ortigas, pero detesto mojar los pies, así que allí terminó mi aventura espeleológica.
Ver el adjunto 26943
Al final, como siempre, la salida se me hizo corta y volví a casa obligado por la noche que se aproximaba. Sangrando por las zarzas, con las pantorrillas escociendo por las ortigas y calado de frío, pero contento.
Gracias por las fotos y el relato!! Muy interesante! 👏 👏 👏Otro día más en el que el viento del nordeste hace que el mes de Julio parezca Noviembre. No me apetecía nada salir, pero al final me obligué a mí mismo a hacerlo y decidí que lo mejor para espantar el frío sería dedicarme a andar de sube-y-baja por las laderas de una pequeña montaña al lado de casa.
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Mucho tiempo atrás, de esta montaña se extraía Wolframio (también conocido como Tungsteno). Este metal es usado, entre otras cosas, en ciertas aleaciones especiales de acero. Aquí unas de las pocas casetas que quedan de la explotación:
Ver el adjunto 26935
Durante la Segunda Guerra Mundial Alemania necesitaba desesperadamente wolframio para sus fábricas de armas. Por contra, Inglaterra tenía de sobra.
Ver el adjunto 26936
Me preguntaba cómo había llegado esa pieza de un frontal de tractor allí.
En fin, que Inglaterra no necesitaba el wolframio español para nada pero, para evitar que acabase en Alemania, decidió comprar toda la producción posible a base de pagar más que los nazis. Esto generó una subida de precios disparatada.
Ver el adjunto 26937
Las viejas ruinas me fascinan. Pensar en todas las historias que discurrieron en esos lugares, por gentes hace tiempo desaparecidas y posiblemente olvidadas, me produce una sensación similar a la que se supone debieran inspirar los monumentos conmemorativos de batallas y otras tragedias.
Ver el adjunto 26938
Por alguna razón surrealista, en una de las casetas había un buen surtido de peluches, además de una montaña de basura y algún que otro objeto curioso.
Ver el adjunto 26939
La subida disparatada del precio del wolframio dio lugar a multitud de acontecimientos, sobre todo trágicos. Aún hoy siguen vivas en la memoria de los ancianos las historias sobre fortunas amasadas en pocos meses de contrabando y desaparecidas en una sola noche de juego. Nuevos ricos enloquecidos que presumían encendiendo sus cigarros con billetes de mil pesetas, que era más de lo que ganaban muchos lugareños en un año. Historias de víctimas del hambre de la posguerra que de noche iban a escarbar en los montes con la esperanza de encontrar algo de mineral, aterrorizados por la posibilidad de que alguien los denunciase y recibir de la Guardia Civil una paliza de muerte, a menudo por orden de cierto cura, que actuaba como organizador del tráfico de contrabando.
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Rodeé las casetas y el misterio del frontal del tractor quedó resuelto. Esa pieza de maquinaria no tiene relación con la mina, es muy posterior.
Ver el adjunto 26941
Me puse a buscar otro resto de la actividad minera y me encontré con un muro de zarzas y ortigas. Dudé durante un momento, reuní valor y me interné por el sendero casi cerrado. Las zarzas me recompensaron con sus moras, de las que di buena cuenta, y las ortigas con su efecto tonificante, que aún me dura a estas alturas de la madrugada.
Ver el adjunto 26942
Al final lo encontré: la última galería abierta de la mina. Disculpad por la calidad de la foto, pero es que ya comenzaba a oscurecer. En el pasado había unas cuantas galerías más, bastante extensas. También había pozos, que hasta hace unas pocas décadas inspiraban temor a los que nos movemos por esta zona, ya que solían estar cubiertos de maleza. El último del que tengo constancia se cegó hace pocos años.
Me interné unos metros por la galería, pero me encontré con que estaba inundada. Soy capaz de enfrentarme a zarzas, tojos y ortigas, pero detesto mojar los pies, así que allí terminó mi aventura espeleológica.
Ver el adjunto 26943
Al final, como siempre, la salida se me hizo corta y volví a casa obligado por la noche que se aproximaba. Sangrando por las zarzas, con las pantorrillas escociendo por las ortigas y calado de frío, pero contento.
No creoPues el tío va con una eléctrica ...
Creetelo, va con una Specialized turbo Levo o con una turbo Levo SLNo creo
Qué poco sociable🤦♂️Hoy me redimí con la Alma ❤ (aunque casi muero tostado). He parado para Cocacola y otra para pedir una botella de agua y tirármela literalmente por encima. Ah! Mañana le pongo el 11/46 🤘 Por cierto, he saludado a un chico que iba con el maillot de MTBeros! Quien era? A ver si deja la ruta. No me paré porque ya llegaba tarde a casa y el sol apretaba cada vez más 😣
Ver el adjunto 26949
Ni zorra 🤣 una MTB 🤣 Yo solo vi el logo del foro, como la luz que me guía.Qué poco sociable🤦♂️
Qué bici llevaba ?
Otro día más en el que el viento del nordeste hace que el mes de Julio parezca Noviembre. No me apetecía nada salir, pero al final me obligué a mí mismo a hacerlo y decidí que lo mejor para espantar el frío sería dedicarme a andar de sube-y-baja por las laderas de una pequeña montaña al lado de casa.
Otro día más en el que el viento del nordeste hace que el mes de Julio parezca Noviembre. No me apetecía nada salir, pero al final me obligué a mí mismo a hacerlo y decidí que lo mejor para espantar el frío sería dedicarme a andar de sube-y-baja por las laderas de una pequeña montaña al lado de casa.
Ver el adjunto 26933
Mucho tiempo atrás, de esta montaña se extraía Wolframio (también conocido como Tungsteno). Este metal es usado, entre otras cosas, en ciertas aleaciones especiales de acero. Aquí unas de las pocas casetas que quedan de la explotación:
Ver el adjunto 26935
Durante la Segunda Guerra Mundial Alemania necesitaba desesperadamente wolframio para sus fábricas de armas. Por contra, Inglaterra tenía de sobra.
Ver el adjunto 26936
Me preguntaba cómo había llegado esa pieza de un frontal de tractor allí.
En fin, que Inglaterra no necesitaba el wolframio español para nada pero, para evitar que acabase en Alemania, decidió comprar toda la producción posible a base de pagar más que los nazis. Esto generó una subida de precios disparatada.
Ver el adjunto 26937
Las viejas ruinas me fascinan. Pensar en todas las historias que discurrieron en esos lugares, por gentes hace tiempo desaparecidas y posiblemente olvidadas, me produce una sensación similar a la que se supone debieran inspirar los monumentos conmemorativos de batallas y otras tragedias.
Ver el adjunto 26938
Por alguna razón surrealista, en una de las casetas había un buen surtido de peluches, además de una montaña de basura y algún que otro objeto curioso.
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La subida disparatada del precio del wolframio dio lugar a multitud de acontecimientos, sobre todo trágicos. Aún hoy siguen vivas en la memoria de los ancianos las historias sobre fortunas amasadas en pocos meses de contrabando y desaparecidas en una sola noche de juego. Nuevos ricos enloquecidos que presumían encendiendo sus cigarros con billetes de mil pesetas, que era más de lo que ganaban muchos lugareños en un año. Historias de víctimas del hambre de la posguerra que de noche iban a escarbar en los montes con la esperanza de encontrar algo de mineral, aterrorizados por la posibilidad de que alguien los denunciase y recibir de la Guardia Civil una paliza de muerte, a menudo por orden de cierto cura, que actuaba como organizador del tráfico de contrabando.
Ver el adjunto 26940
Rodeé las casetas y el misterio del frontal del tractor quedó resuelto. Esa pieza de maquinaria no tiene relación con la mina, es muy posterior.
Ver el adjunto 26941
Me puse a buscar otro resto de la actividad minera y me encontré con un muro de zarzas y ortigas. Dudé durante un momento, reuní valor y me interné por el sendero casi cerrado. Las zarzas me recompensaron con sus moras, de las que di buena cuenta, y las ortigas con su efecto tonificante, que aún me dura a estas alturas de la madrugada.
Ver el adjunto 26942
Al final lo encontré: la última galería abierta de la mina. Disculpad por la calidad de la foto, pero es que ya comenzaba a oscurecer. En el pasado había unas cuantas galerías más, bastante extensas. También había pozos, que hasta hace unas pocas décadas inspiraban temor a los que nos movemos por esta zona, ya que solían estar cubiertos de maleza. El último del que tengo constancia se cegó hace pocos años.
Me interné unos metros por la galería, pero me encontré con que estaba inundada. Soy capaz de enfrentarme a zarzas, tojos y ortigas, pero detesto mojar los pies, así que allí terminó mi aventura espeleológica.
Ver el adjunto 26943
Al final, como siempre, la salida se me hizo corta y volví a casa obligado por la noche que se aproximaba. Sangrando por las zarzas, con las pantorrillas escociendo por las ortigas y calado de frío, pero contento.
Vi el video poNo creo
Habia visto el video por trozos y casi sin sonido. Ahora con sonido di se escucha mas el motor. Pues muy mal el tio, no se me muy rapido.